Es difícil expresar con palabras justas y ordenadas, un texto que represente el sentido de esta fecha que hoy recordamos.
Han transcurrido treinta años desde la guerra de Malvinas y es imposible no sentir dolor e impotencia al hablar de este hito insoslayable de nuestro pasado reciente. Reciente para los adultos que de un modo u otro fuimos protagonistas de la irracional y aberrante decisión política; lejano y quizá incomprensible para nuestros jóvenes que aún no habían nacido.
A pesar de la presencia del dolor en el recuerdo, tenemos hoy la obligación de realizar el ejercicio de construcción de la memoria colectiva. Porque un pueblo libre y soberano se construye sobre la base de la reflexión en torno a los actos de quienes formamos parte de un territorio y de quienes nos gobiernan.
En este ejercicio de memoria, hoy podría mencionar las razones de derecho, históricas y geopolíticas que sustentan el reclamo argentino sobre las islas; revivir las traiciones apátridas de una Junta Militar que violentó la paz de un pueblo; o insistir en repudiar las ambiciones colonialistas de Gran Bretaña.
Sin embargo, no quiero perder la memoria, para transmitir, especialmente a los jóvenes, las imágenes desgarradoras que se plasmaron para siempre en la memoria de los argentinos. Un pueblo entero vio a los jóvenes partir hacia el sur. Una mezcla de convicción, miedo, valentía, y el patriotismo de los grandes, los acompañaba a recuperar un trozo de tierra. El pueblo dio a sus jóvenes, y estos, su vida a la patria.
Por esta razón, por nosotros, por los jóvenes de hoy que serán los continuadores y responsables del devenir de la Argentina: Tengamos memoria. Porque es la mejor arma que un pueblo puede tener en esta lucha por la soberanía, que hoy, debe ser llevada adelante desde una perspectiva diferente, enmarcada en una región latinoamericana donde aún muchos pueblos luchan por su autodeterminación, pero a través de los medios acordes con el Estado de derecho.
La memoria nos permitirá despegar de las miserias de los hombres que creen que una patria se construye cimentando el suelo con los que pierden su vida en las batallas.
Levantemos nuestra bandera de la soberanía en honor a los que perdieron la vida en defensa de nuestra tierra, y para los familiares de los caídos y los que volvieron del horror de la guerra, nuestro compromiso de que jamás nos permitiremos olvidar.
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